martes, 10 de mayo de 2016

"LOS OTROS MORISCOS QUE NO DESCRIBIÓ CERVANTES". CONFERENCIA DICTADA POR D. ENRIQUE PÉREZ CAÑAMARES



“LOS OTROS RICOTES QUE NO DESCRIBIÓ CERVANTES”




Sobre la figura literaria del Morisco Ricote se ha escrito mucho, y en general muy bien, por autores y plumas infinitamente mas doctas y ágiles que la del que les habla. Al tendero amigo de Sancho se le ha  revisado desde todos los ángulos posibles. Podría decirse que no hay mucho mas que decir acerca de lo que quiso contar Don Miguel de Cervantes sobre la cuestión morisca dibujando en el Quijote tan sugerente personaje.

Pero parece imposible acercarse al estudio de la cuestión morisca, sin ceder a la tentación de ponerse las antiparras cervantinas y tratar de entender lo que vió o pudo contar Cervantes sobre el panorama social de la España del tercero de los Austrias españoles.

Y llegados a este punto, hay que hacer notar que Cervantes no era un escritor que escribiera  informándose de situaciones y personajes  por referencias indirectas de terceros, tampoco sobre los moriscos. Un lustro como preso en Argel, la campaña como soldado en la guerra contra el Turco, su estancia en  la  cosmopolita Sevilla y sus años en Esquivias, todo ello le debieron proporcionar un conocimiento bastante profundo de las sociedades islámicas, y de las carácterísticas de los propios moriscos españoles.

Conoce por otra parte, con precisión, el carácter mestizo de la cultura manchega., impregnada, bajo la superficie dominante de la población cristiano vieja, con rasgos culturales musulmanes y sefardies hasta la médula. Una Mancha castellana por la que pululan de nuevo, después de la gran deportación de los granadinos 1571 y hasta en las mas pequeñas localidades, miles de moriscos y  conversos,  bajo la mirada atenta de convecinos, inquisidores, autoridades y párrocos.

Lo primero que concita un cierto consenso entre los autores  es el carácter arquetípico con el que es concebido el personaje de Ricote. Muchos de los personajes del Quijote lo son, sin duda. Pero en el caso de Ricote, parecen condensarse en pocas líneas, todos los lugares comunes  que repiten las apologías de la expulsión y que debieron circular  por los mentideros de la España cristiano vieja. En el morisco Ricote hay una crónica histórica y también una crónica social. Un relato obligadamente  simplificado y reductor, ( por sintético y  universalizante), de los acontecimientos y las causas que condujeron a la Monarquía a decretar la expulsión masiva que sufrió el pueblo morisco entre 1609 y 1614 .

Esa necesidad de síntesis, esa amalgama de tipos moriscos en uno solo, es la que da lugar en Cervantes a un relato con flagrantes e inevitables contradicciones, que para mas dificultad bascula entre la necesidad de reflejar en la novela las consignas oficiales emanadas directamente de la Corona y la sintesis de una realidad, la morisca, fiel a la aguda perspicacia  con que observa el mundo.

Pues siendo Ricote “El Morisco” por excelencia, en el relato en torno a su figura intenta Cervantes, como veremos luego, aproximar a sus lectores a  la realidad de todos los moriscos españoles , y por lo tanto, todas las realidades contradictorias y diferenciadas de los moriscos valencianos, murcianos, castellanos antiguos, granadinos expulsos o catalanes, son resumidas sintéticamente en una sola figura.


Si Ricote, el de Esquivias, como otras decenas de miles de moriscos manchegos, tuvo un origen granadino, debió ser concretamente uno de los moriscos de paces que provenían del Valle del Almanzora en Almeria. Por su edad ( dice Don Miguel que es algo avanzada), si no él mismo, con seguridad sus padres, debieron haber vivido todavía como musulmanes en su propia tierra. Habría sufrido por ello directamente junto a su familia, las secuelas de la Guerra de las Alpujarras , la consiguiente  deportación a Castilla , el despojo de sus propiedades previo a un  terrible viaje, el reasentamiento en los pueblos de Castilla y los años de recuperación de la economía familiar. Todo eso vivido en el curso de una generación.

Es más que dudoso que, siendo éste es el  caso de un Ricote granadino-manchego, si bien encajan con el personaje literario su adaptación al mundo rural manchego, otros detalles quedan fuera de la lógica pues, a mi juicio,  pocos granadinos habría diseminados por Castilla, que expresaran con tanta contundencia sus alabanzas a la expulsión, haciendo suya además la acusación general a sus correligionarios de conspirar contra la Corona, merecedores por tanto del duro castigo de la expulsión.


Si por el contrario, el  Ricote  cervantino era una alusión genérica,  a los habitantes del Valle de Ricote, entonces encajan mucho mejor en el personaje de la novela el grado de asimilación lingüística y religiosa que muestran él ( menos) y su familia,  y también sus críticas hacia sus propios congéneres y sus alabanzas a la decisión de la Corona y a la eficacia de Lerma   o del Conde de Salazar. Por otra parte el apellido Ricote es tambien además de granadino , murciano de ida y vuelta. Como ya mostro en su día Buenaventura Buendía, el 31 de Diciembre en la Parroquia de Nuestra señora de Loreto de Algezares se presentan Francisco Ricote y Juana García, granadinos que llevan a bautizar a su hijo Francisco.
¿ Era Francisco Ricote el granadino murciano descendiente del mismo grupo que el Ricote Cervantino, un miembro del grupo de moriscos del Valle de Ricote, que emigraron a Granada  en 1487 con el emir granadino Abu-al-Hassan despobalndo el Valle?


Mas probablemente, creemos, Cervantes unió ambas figuras, fundiendo el recuerdo de  sus convecinos los Ricotes de Esquivias con los actores del drama final del valle de Ricote, para crear de esa forma un Ricote un tanto idealizado, prototípico. Por una parte  tendero morisco, muy amigo de sus vecinos los manchegos Panza (Gaona según Sabino de Diego) y por lo tanto manchego él mismo, cristiano tibio pero orgulloso del catolicismo de su mujer e hija, asimilado lingüistico y cultural. Pero por otra parte un Ricote que se resiste a la expulsión, a la que ve como injusta aunque justificada. Una actitud que parece resumir los acontecimientos del Valle de Rciote desde 1610 hasta 1614 y aun algunos años mas allá.


Vemos pormenorizadamente las carácterísticas de la cuestión morisca tal como a ven Cervantes, Ricote y el propio Sancho en el Capitulo 54  de El Quijote  y en el desenlace de la historia suya y de su hija, que se relata en los Capítulos 63 y 64 de la obra cervantina:

Cervantes da fe de la existencia de una identidad, ( una nación se dice), morisca. Ricote se considera él mismo y a su familia como Moriscos. Una identidad que va mas allá de raza o religión, pero no por ello menos contundente. Pues no existen, como cuenta Cervantes, problemas de lengua, ya que los Ricote hablan como buenos ladinos que no denotan en su habla el menor acentto o error gramatical de los que habitualmente se atribuían a los moriscos por parte de otros autores como Lope,  que toman a chanza los ceceos, seseos y las construcciones gramaticales disparatadas propias del grupo. Tampoco, sobre todo en el caso de su mujer y su hija Ana, existe un problema religioso, pues ninguno de ellos se considera a sí mismo ni de lejos como musulmán. Por el contrario, aunque Ricote se define como “tibio”, su familia es firmemente católica.

Tampoco parece que el ser morisco implique necesariamente ser poseedor de alguna  característica racial visualmente discernible, pues Ricote pasa por media España camuflado como peregrino alemán sin que  sea detectado por las autoridades, que persiguen a los moriscos que vuelven , por sus diferencias de color o aspecto físico. De hecho en las descripciones físicas que se hacen en numerosos testimonios de la época, como en el caso de los Manifiestos de los morisquillos del Reino de Valencia, no son excepcionales los cabellos rubios, pelirrojos, tez blanca u ojos azules,  contradiciendo el imaginario antimorisco  de los moros “africanizados” cetrinos de piel oscura y cabellos negros que aparecen en los textos de sus detractores.

Una factor mas de integración: Ricote es bien considerado por sus convecinos. No se trata solo de la relación de vecindad y amistad  con Sancho, que podía ser una circunstancia ocasional. También en el Capítulo 63, se cuenta que en el momento que se expulsaba a la hija de Ricote ( Ana Félix) todo el pueblo salió a impedir  que la partida de la joven. Tampoco la pública identidad morisca de Ana Félix, resulta un  obstáculo para que sea requerida de amores y posteriormente casada con  Gaspar Gregorio, un mozo, hijo de caballero, bien situado de la sociedad cristiano vieja.

En premio a esas trazas de moriscos “buenos”,  la respuesta de Don Antonio Moreno, del general de galeras ( Valenciano, dice Cervantes) y del propio Virrey  es la permanencia en España de Ricote y su familia. Aquí Cervantes hace una crítica encubierta a las razones de la expulsión. Pues si el motivo de la expulsión era la falsa cristiandad de todos los moriscos españoles ,¿ No era de justicia que quienes probaran su fe cristiana, como hacen los Ricote pudieran librarse del terrible exilio?. Cervantes, como ocurre con otros muchos sectores de la sociedad y el clero murcianos, tortosinos y de Ciudad Real, permite que Ricote se quede apoyándose en la contradicción que representa una expulsión que se defiende indiscriminada y colectiva por razones de fe, cuando en estricta  justicia, si aquel era el argumento de la Monarquía,  las personas y familias sólo deberían haber sido evaluadas individualmente.

Y esta sutil crítica, no deja de entrar en contradicción con las varias ocasiones en que Cervantes pone en boca de Ricote o su hija la conveniencia de la expulsión,
 “ …y tales que me parece que fue inspiración divina la que movió a su Majestad a poner en efecto tan gallarda resolución”…
 y mas adelante en el Capítulo 65 “… el gran Don Bernardino de Salazar a quien dio su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no dádivas, no lástimas….como el ve que todo el cuerpo de nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa, que del ungüento que molifica

Pero estas loas a la expulsión y a sus empecinados autores, que Cervantes pone en boca de Ricote, parecen mas bien la mínima precaución que adopta el escritor para poder hablar con mayor libertad de un tema tan conflictivo, sin concitar sospechas inquisitoriales y eventuales castigos. Es, digámoslo claro, el discurso del miedo. El mismo miedo que aflora en la negativa de Sancho a acompañar a Ricote en la búsqueda del tesoro escondido del morisco, pese a la prometida recompensa de éste arguyendo  “ como por parecerme que hacía traición a mi rey en dar favor a sus enemigos..”
Miedo a contravenir las órdenes de las autoridades, que no convencimiento, pues si Sancho estuviera convencido como dice de la justicia de la expulsión de su amigo y vecino ¿ No sería igualmente coherente haberlo delatado, siguiendo la misma lógica de no traicionar a su rey?.

No es otro  el discurso precavido  que hace Sancho, cuando ha de certificar en público las afirmaciones de Ricote ante el Virrey y el general: “… Bien concozco a Ricote y se que es verdad lo que dice en cuanto a ser  Ana Félix su hija, que en otras zarandajas de ir y venir, tener buena o mala intención, no me entremeto…

Cervantes desdobla en estos pocos párrafos el discurso de un cristiano viejo cualquiera ante el drama de sus convecinos:  Comprensión, cercanía y complicidad en privado y, cuando menos, neutralidad y distancia en público. Posiblemente su postura estaba mas cerca de la posición de personajes como Pedro de Valencia y de la realidad de cómo se vivió el impacto de la medida en muchos lugares, que de la visión negra de los apologistas oficiales de la expulsión.

Junto a los “moriscos” integrados e injustamente expulsados, lo cuales “ doquiera que estamos lloramos por España, que en fin nacimos en ella y es nuestra patria natural….. Cervantes señala a los moriscos recalcitrantes, los propios cuñados de Ricote, el Tio Pieyo que lleva a la mujer e hija de Ricote a Argel de buen grado, fino moro dice Cervantes. Merecedor de la expulsión y gustosamente exiliado a Berberia. Los que se marchan de buen grado son asimilados en la obra cervantina a los turcos, tratados en el monólogo de Ana Félix de “Bárbaros” “codiciosos” y pervertidos sexuales”. Argel representa ese otro mundo, una “antiespaña”,  donde como dice la joven Ricota “ hicimos asiento como si lo hiciéramos en el mismo infierno”.

Cervantes toma una clara posición, mas política que ideológica frente al Islam, en aquel momento representado por los Turcos y por los reinos de Berbería. No hay la menor islamofilia en sus escritos en este sentido, como han querido ver algunos autores. Pero  mas dudoso resulta interpretar  la mención que hace Ricote a la “libertad de conciencia” que se vive en Alemania. Para algunos autores se trata de una alusión peyorativa, atribuyendo a Cervantes la sinonimia entre “caos moral” y “libertad de conciencia”, vista esta similitud desde el punto de vista de una catolicidad sin resquicios en Don Miguel.

Pero  pienso que, en este caso, es el propio Ricote quien habla, mas que la conciencia cristiana de Cervantes. Para muchos moriscos, desde los Bandos de Conversión obligada, la reivindicación política mas radical frente a las disposiciones de la Monarquía y la persecución de la Inquisición, era “la libertad de conciencia”, no con el significado de pleno ejercicio moderno de las libertades públicas, pero sí opuesto a la unicidad religiosa que se imponía poco a poco en toda Europa.Traducido en muchas declaraciones de moriscos que recoge la documentación de la época “ en que los cristianos se salvan en su religión y los moriscos en la suya “. Pedían los moriscos que les dejaran buscar la salvación de sus almas en la religión (ley) de sus padres, lo cual, aunque era a su juicio un programa político de mínimos, a juicio de la Iglesia y la Monarquía era una reinvidicación de máximos inaceptable.

El relato de la marcha de Ana Félix bajo la autoridad de su tío Pieyo, es otra de las contradicciones de Cervantes, pues la peripecia del retorno clandestino de Ricote tal como la relata Cervantes, deja entrever una variedad de situaciones bien distintas al desenlace final del Capítulo del Quijote,  donde  permite que toda la familia permanezca definitivamente en España,.

Ricote relata a Sancho que  “…es tan grande el deseo que casi todos tenemos de volver a España, que los mas de aquellos, y son muchos,que saben la lengua como yo se vuelven a ella y dejan allá a sus mujeres e hijos desamparados”. Afirmación que casa mal con la que hace unas líneas antes refiriéndose a la sabia decisión de Felipe III “…no porque todos fuesemos culpados,que algunos había cristianos firmes y verdaderos, pero eran tan pocos que no se podían oponer a los que no lo eran, y no era bien criar la sierpe en el seno”.

Lo cierto es que Cervantes se hace eco de que muchos moriscos vuelven, aunque por lo que sabemos, no todos tienen la suerte de Ricote. Veamos lo ocurrido estos otros Ricotes que no tuvieron espacio en la piel del personaje cervantino.

Gaspar Hernández es también un manchego, morisco, granadino de origen como Ricote, vive en Ciudad Real. Sabemos que está casado con Lucía Sánchez ,de quien  el 18 de Febrero de 1601 nace su hija Beatriz. Incluido en los bandos de expulsión aparece relacionado entre los obligados a pagar las mitades de su hacienda por valor de 170. 587 maravedíes. Lo que era una respetable cantidad, aproximada al cambio actual de unos 36.000 Euros. En 1613, a los 50 años de edad, es apresado en las costas de Ibiza en un barco corsario, esclavizado y condenado a reconciliación por la Inquisición.

Gaspar, expulsado en 1611, no tarda por lo tanto ni dos años en volver a España. Según el relato de su acusación vuelve a las costas españolas a “hacer el corso”, pero… ¿A los 50 años?. Hemos estudiado las edades de otros moriscos esclavizados por enrolarse en barcos corsarios berberiscos. No contaban con mas de 25/30 años. Los mas de 20 a 25. Estamos convencidos de Gaspar volvía a España como pasajero de un barco argelino que debía dejarlo en tierra española. Otro Ricote, pero éste sin suerte.

Otros Ricotes de los que no aparecen en El Quijote es Francisco de Madrid, que vive en Medina del Campo, de origen granadino hijo de Francisco de Madrid, tratante y reparador de hierros viejos y de Gracia Enrriquez , tiene otros cuatro hermanos.
En la relación de los moriscos de 1594, el oficial de la Inquisición señala que el matrimonio “tiene otro hijo en Indias, que se llama Francisco de Madrid”. Este Ricote de Medina del Campo, ni fue expulsado, ni volvió a España, ni permaneció en ella. Se marchó a las Américas, mostrando que una cosa es la ley y otra la necesidad  perentoria de la gente para eludirla.

En la relación de Moriscos del vallisoletano pueblo de Pozáldez, se da cuenta del matrimonio entre Isabel Bravo morisca y su marido el cristiano viejo Pedro Molón, padres de cuatro hijos, Pedro, Antón, Isabel y Maria Molón Bravo.
Los hijos de la pareja fueron alistados como moriscos a todos los efectos del registro inquisitorial, al igual que la madre. Sin embargo, dado el origen cristiano viejo del padre, debieron ser exceptuados de los Bandos de Expulsión, pese a su alistamiento, pues continuando con la investigación del destino de esta pareja mixta tan poco frecuente, encontramos que el 30 de Julio de 1684 se produce el matrimonio de Joaquin Molón en la Iglesia de Santa Maria y San Boal de Pozádez. El padre del novio es Pedro Molón casado con Catalina Rodríguez. Son con seguridad los descendientes directos hijos y nietos de aquelos morisquillos de padre cristiano.


Estos y otros muchos ejemplos que no relatamos por falta de espacio, muestran que en la piel del personaje del Ricote, no pueden caber todas las tipologías y casuísticas del pueblo morisco. Valencianos y granadinos que conservaban  de alguna manera su fe islámica hablaban en general el árabe y a su vez dominaban el castellano y aun el catalán. Aragoneses, todavía muy islamizados, pero carentes de la herramienta identitaria de la lengua  árabe. Castellanos que ya habían perdido el árabe y mantenían rasgos culturales islamicos muy difuminados en trance de rápida desaparición. Y dentro de esos grupos, todas las casuísticas posibles locales y personales.

Ricote no podía ser mas que un arquetipo, no podía ser de otra forma.Cervantes quiso hablar de un morisco que estaba en trance de dejar de serlo, y sin embargo paradójicamente lo seguía siendo con toda nitidez, su presencia en El Quijote inmortaliza al personaje idealizado, pero tambien a todos los demás fueran o no de parecidos rasgos sociales.

¿Quiso Cervantes decirnos que, Ricote, finalmente y cualesquiera que fueran sus características, representaba un identidad morisca común, mas alla de las disputas religiosas, lingüisticas o de costumbres?




Enrique Pérez Cañamares
Doctor en Geografia e Historia y Antropología

Centro de Estudios Moriscos del Mediterráneo

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